Muchas personas (sobre todo mujeres) sufren ferropenia sin darse cuenta. Pero las consecuencias de la carencia de hierro pueden ser peligrosas. Descubra los síntomas que pueden alertarle y qué hacer al respecto.
El cuerpo humano adulto contiene entre 2,5 y 4 g de hierro. El hierro es un componente clave de la hemoglobina, la proteína responsable del transporte del oxígeno en la sangre, indispensable para la formación de los glóbulos rojos. Por tanto, el hierro es crucial para la oxigenación de todas las células del organismo, pero también interviene en muchos otros fenómenos vitales como el metabolismo energético, la desintoxicación, el funcionamiento óptimo del sistema inmunitario y la síntesis del ADN.
Una mujer en edad fértil necesita al menos 25 mg/día (porque pierde mucha sangre durante la menstruación), mientras que un hombre adulto y una mujer posmenopáusica necesitan al menos 12 mg/día. El equilibrio nutricional puede alcanzarse semanalmente, pero la dieta debe ser necesariamente rica en hierro para cubrir nuestras necesidades a largo plazo.
La carencia de hierro puede provocar una insuficiencia de hemoglobina en el cuerpo: esto se conoce como anemia ferropénica. El organismo no dispone de hierro suficiente para fabricar esta proteína esencial y, por tanto, no puede producir un número óptimo de glóbulos rojos "operativos". Un simple análisis de sangre análisis de sangre puede detectar esta carencia que pone en peligro la salud, con niveles de hemoglobina, niveles de hematocrito, niveles de ferritina (menos de 15 µg/l en la sangre) y recuentos de glóbulos rojos por debajo de los valores normales.
Cuando la anemia es leve, los síntomas suelen pasar desapercibidos. Empiezan a notarse cuando los niveles de hemoglobina caen por debajo de 80 g/l:
Otros signos pueden sugerir una carencia de hierro (1): uñas quebradizas, piel y cabello secos, problemas de concentración, irritabilidad, trastornos del sueño, aparición del síndrome de las piernas inquietas... En general, todos estos síntomas se producen gradualmente, ya que la anemia se instala de forma progresiva.
En la mujer embarazada, las consecuencias de la carencia de hierro afectan al feto: puede provocar nacimientos prematuros, deficiencias mentales en el feto y un peso inferior a la media al nacer (2).
Tres factores pueden conducir gradualmente a una carencia de hierro (carencia marcial o sideropenia): una carencia prolongada de hierro (malnutrición, dieta especial, dieta desequilibrada…), problemas de absorción del hierro a nivel digestivo (por ejemplo, enfermedades inflamatorias del intestino) y pérdidas de sangre importantes.
Teniendo en cuenta estas causas, varios perfiles corren el riesgo de padecer una carencia de hierro:
Los remedios y tratamientos dependen de la gravedad de la carencia de hierro: solo su profesional sanitario puede aconsejarle la mejor solución. En todos los casos, se recomienda aumentar la ingesta dietética incluyendo más alimentos ricos en hierro a su dieta diaria.
El hierro existe en dos formas principales: el hierro hemo (presente en alimentos de origen animal), fácilmente metabolizable por el organismo (tasa de absorción en torno al 25 %), y el hierro no hemo (presente en alimentos de origen vegetal), que se absorbe peor (alrededor del 5 %).
Esta diferencia de absorción se explica principalmente por la presencia de ácido fítico y taninos en las plantas: el hierro no hemo debe primero ser "liberado" por la acidez del estómago, y luego transformado por la membrana celular de las células intestinales.
Algunas fuentes de hierro: carne de hígado, ternera, aves, sardinas y marisco.
Algunas fuentes de hierro no hemo: tofu, frutos secos, legumbres, verduras verdes, frutos secos y semillas.
Por consejo de un profesional sanitario y cuando se haya comprobado la carencia de hierro, tomar un complemento de hierro puede ser muy útil para reponer rápidamente sus reservas. A veces, puede incluso recomendarse una perfusión de hierro sobre todo para las mujeres embarazadas con carencia de hierro.
En ambos casos, debe supervisarse, ya que existen riesgos probados asociados a una sobredosis. He aquí algunos consejos que le ayudarán a aprovechar al máximo el tratamiento de una carencia de hierro:
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Isabel Mendoza Abril