Azadirachta indica es un árbol alto de veinte metros conocido con el nombre de margosa, margosa pero también nim o neem, versión inglesa de la palabra bengalí “nim”.
Sus frutos, que se parecen a aceitunas, contienen una semilla de donde se extrae el famoso aceite de neem. Pero según la medicina ayurvédica , se pueden utilizar todas las otras partes del árbol: sus cortezas, sus raíces o incluso sus hojas.
Los usos de la margosa están especialmente extendidos. En la India, se cocinan sus flores y sus hojas. Por ejemplo, se pueden freír estas últimas con berenjenas u otras legumbres para confeccionar una entrada típicamente india.
Los camboyanos, por su parte, las incorporan crudas a diversas preparaciones: salsas, curris, ensaladas, etc. Su sabor amargo y pronunciado es muy apreciado cuando hace mucho calor todos los meses de mayo que preceden a la temporada de lluvias.
Volvamos a la India, donde se colocan sus hojas en los armarios. Objetivo: repeler a los insectos que podrían mordisquear la ropa o incluso poner sus huevos en las reservas de alimentos.
También se puede encontrar la margosa en la composición de productos cosméticos. Su aceite (no destinado a la cocina en este caso, sino solo para uso externo) ayuda a combatir los problemas de la piel y la sequedad del cuero cabelludo. Ésta también se utiliza en los tratamientos antipiojos.
En jardinería, la margosa se usa para eliminar a los parásitos de forma natural. Por otra parte, éste compuesto ha sido objeto de biopiratería. En los años 90, la compañía W.R. se apropió de su uso registrando 70 patentes, privando así a los indios del derecho a disponer libremente de los recursos de este árbol al que sin embargo ellos llaman la “farmacia del pueblo”.
Finalmente, tras un combate encarnizado de 10 años, las patentes han sido anuladas, ya que las propiedades de la margosa eran conocidas desde hace más de 2.000 años. En efecto, es imposible reclamar la exclusividad de uso de una planta si uno mismo ha descubierto algún efecto.
La margosa está compuesta por taninos a un 15 %, proteínas, ácidos grasos y polisacáridos. También contiene otras sustancias cuya concentración varía según las diferentes partes de su anatomía:
Una vez ingerida (en diversas formas que veremos más adelante), la margosa contribuye a estimular las defensas naturales del organismo (1). Ésta favorece especialmente la salud del sistema digestivo (2) y de la piel (3).
Además, las hojas de neem contribuyen al buen funcionamiento de los ojos (4) y al metabolismo del azúcar (5). Su corteza posee propiedades antioxidantes y antipiréticas (6), es decir, que ésta ayuda a reducir la temperatura en caso de fiebre. Finalmente, la corteza del neem muestra una acción beneficiosa en el hígado (7), un órgano vital de múltiples funciones.
Para empezar, la margosa puede consumirse en infusión. En este caso, se pueden utilizar las hojas o la corteza incluso si esta última es más difícil de encontrar. Para preparar una infusión, deje reposar una cucharadita de materia seca en una taza con agua caliente durante diez minutos. Para una mayor eficacia, haga dos curas de 2 a 3 tazas al día.
Para aumentar sus aportes de neem, usted también puede consumir el extracto de margosa en forma de complemento alimenticio, como Neem Extract. Fáciles de llevar consigo a todas partes, las cápsulas de extracto de neem se tragan rápidamente y no necesitan ninguna preparación particular. En cuanto a la dosis, le recomendamos una toma de 1.500 mg al día (es decir, 3 cápsulas diarias) para contribuir activamente a estimular su sistema inmunitario . ¡Atención! Para las mujeres embarazadas, es preferible evitar la toma de extracto de margosa. Si tiene dudas, consulte a su médico.
Respecto al uso externo, las cataplasmas realizadas a base de polvo de hojas o de corteza y de un poco de agua pueden aplicarse sobre la piel para solucionar diversos problemas clásicos: rojeces, acné, etc. Elaceite de neem también puede aplicarse sobre la piel, las uñas y el pelo en forma de mascarilla.
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