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Las algas azules forman parte de las formas de vida más antiguas del planeta: esas ya existían hace 3,5 millones de años. Se trata del primer organismo conocido en realizar la fotosíntesis. El alga AFA es un alga azul viva en el lago azul de Klamath. También se la conoce como “la flor invisible del agua”, “el alga azul verdosa salvaje” o “el alga Klamath”.
La fórmula probiótica Lactoxira se compone de las cepas más estudiadas por la investigación en el marco de la salud mental y de los trastornos del estado de ánimo. Ésta se basa en el último metaanálisis publicado de 25 estudios animales y 15 ensayos clínicos humanos (26):
Algunas de estas cepas son capaces de resistir la acidez del estómago (si no, no sería útil comer yogures o beber kéfir), pero para maximizar su supervivencia y garantizar la máxima eficacia de la fórmula, Supersmart las envasa en cápsulas gastrorresistentes que las liberan en el lugar donde éstas deben actuar: en el intestino. Efectivamente, el número de microorganismos que llegan vivos hasta este lugar es decisivo para la potencia de su alcance. Ésta es también la razón por la cual una dosis de Lactoxira contiene más de 100 mil millones de bacterias (CFU) (del inglés Colony Forming Units – Unidades formadoras de colonias).
Para aumentar todavía más su eficacia, Supersmart ha añadido a la formulación Lactoxira una proporción ideal de prebióticos. Estos compuestos naturales, no digeribles por las personas, permiten que los probióticos se desarrollen y colonicen más fácilmente el tracto digestivo.
El alga AFA utilizada en nuestro complemento alimenticio procede de un ecosistema natural perfecto: el lago de Klamath en Oregón. La fuente de agua, en la que se desarrolla, es claramente una de las más claras y más puras del planeta. Esta se enriquece con innumerables minerales en contacto con las montañas volcánicas de la región y de la energía solar intensa disponible en esa parte del globo. Esta combinación única le proporciona una complejidad nutricional inaudita, que no se encuentra en ninguna otra parte de la Tierra.
Esta es recogida en este prestigioso lago tras un minucioso análisis de la calidad del agua y de la concentración de algas azules, luego es secada y sellada en bolsas oxigenadas.
Se sospecha desde hace décadas que la microbiota juega un papel decisivo en la constitución de nuestros estados de ánimo (en 1863, Ludwig Andreas Feuerbach ya afirmaba que “el hombre es lo que come”), pero, sin embargo, faltaba probar científicamente la realidad de esta actividad.
Unos ensayos realizados con animales en laboratorio han permitido en primer lugar modificar los comportamientos de las especies seleccionadas añadiendo probióticos a su alimentación: De esta forma se ha podido constatar que ciertas clases de probióticos podían hacer a los animales más agresivos, mientras que otras tenían propiedades tranquilizantes. Estos primeros resultados concluyentes han incitado a los investigadores a probar su hipótesis en personas ansiosas, depresivas o sometidas a un estrés crónico. Los resultados han sido igualmente concluyentes. Así pues, tras varios ensayos clínicos, ha sido posible aislar el conjunto de las cepas que han resultado ser las más activas en ese ámbito, para combinarlas en una fórmula probiótica de última generación.