Cuando sentimos hambre entre las comidas, quizá sea un signo de falta de energía y nutrientes. Para evitar estas ganas de picar entre horas, los nutricionistas recomiendan sobre todo adoptar una dieta sana y equilibrada. Una comida completa permite que el cuerpo obtenga toda la energía que necesita para funcionar durante varias horas. Por definición, una comida equilibrada debe contener almidón, proteínas, un producto lácteo, así como frutas y verduras.
Además de adoptar una dieta sana y equilibrada, también conviene mantener un buen ritmo alimentario. Para ello, es fundamental no saltarse ninguna de las tres comidas principales del día, especialmente el desayuno, cuya importancia se subestima a menudo. Al aportarnos energía y vitalidad para toda la mañana, un desayuno completo permite evitar el famoso bajón de media mañana. Por otra parte, aunque lo tomes en la oficina, tampoco debemos descuidar la comida de mediodía en favor de la cena.
El cerebro desempeña un papel clave en la regulación del hambre. Es donde se originan las ganas de comer. También es responsable del efecto de saciedad, es decir, la sensación de no tener más hambre. Sin embargo, para regular la saciedad y el hambre, el cerebro necesita tiempo. Cada comida debe durar al menos 20 minutos para que el cerebro perciba el hecho de comer y de no tener más hambre. Por esta razón, es importante comer despacio, tanto para evitar comer en exceso como para limitar las ganas de picar después de cada comida.
Además de comer despacio, existen otros trucos para acelerar y ampliar el efecto de saciedad. Por ejemplo, puedes apostar por alimentos saciantes como la manzana, el pomelo, las almendras, el salvado de avena o la harina de semillas de algarroba. Estos productos tienen una cosa en común: su alto contenido de fibra. Todas sustancias proporcionan un efecto natural supresor de apetito aumentando al aumentar volumen del bolo alimentario o ralentizar la digestión en el intestino delgado.
Para aprovechar el efecto supresor del apetito de la fibra alimentaria, es esencial hidratarse bien. Cabe destacar que hay dos tipos de fibra: la fibra hidrosoluble y la fibra insoluble. Al contacto con el agua, la fibra soluble, como la pectina de manzana, forman una especie de gel que ralentiza la digestión y prolonga la sensación de saciedad. La fibra insoluble, como la hemicelulosa, presente en el salvado de avena o las semillas de psyllium, absorbe el agua y se hincha, aumentando así el volumen del bolo alimentario.
Si, a pesar de los consejos mencionados, siente un ataque de hambre a lo largo del día, es mejor anticiparse a estas ganas de comer para evitar picar alimentos demasiados grasos o dulces. Para ello, se aconseja prever un refrigerio sano, como una manzana o un puñado de almendras. También es posible aprovechar los beneficios de algunos suplementos dietéticos adelgazantes como el producto Appetite Control Formula, cuya fórmula ha sido diseñada para controlar la sensación de hambre y reducir el apetito.
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