Una articulación constituye una especie de enlace entre dos huesos colindantes. De manera simplificada, ésta se compone de ligamentos, que unen las estructuras óseas, y de cartílago, tejido blando que recubre la extremidad de los huesos para protegerlos de las fricciones. En las articulaciones más utilizadas, los cartílagos son lubricados por un fluido viscoso, más conocido con el nombre de líquido sinovial .
Cuando funcionan correctamente, las articulaciones aseguran la flexibilidad y la fluidez del movimiento. Sin embargo, puede suceder que esta máquina normalmente bien engrasada tenga fallos: entonces esto se manifiesta por molestias articulares.
Más raramente relacionadas con una inflamación o con una infección, éstas pueden producirse puntualmente debido a un traumatismo o a un esfuerzo demasiado intenso. Pero cuando este fenómeno se instala a lo largo del tiempo, ocasiona un malestar a menudo importante, que interfiere con las actividades diarias (marcha, masticación…)
El envejecimiento sigue siendo uno de los principales factores predisponentes (1). Es totalmente lógico: con la edad, el cartílago de las articulaciones más utilizadas (como la rodilla, las caderas o los tobillos) tiende a alterarse. Ciertas situaciones, como un exceso de peso o la práctica de una actividad física de alto nivel, pueden también fragilizar algunos grupos articulares (2-3).
Afortunadamente, puede arreglar sus articulaciones con unas sencillas medidas:
¿Puede la naturaleza acudir al rescate de nuestras articulaciones? Con tallos leñosos que pueden llegar a más de 10 metros, el bambú (Bambusa vulgaris) sigue siendo la mejor sustancia natural para las articulaciones que nosotros sepamos. Utilizado desde hace milenios por las medicinas tradicionales china e india, esta caña contribuye a la salud articular y ósea.
Así pues, se puede encontrar en ciertas fórmulas sinérgicas especialmente dedicadas a las articulaciones (como el complemento Joint Support Formula, también rico en sulfato de condroitina y en sulfato de glucosamina de origen marino) (5).
Llamada “Salaï Guggul“ en medicina ayurvédica, la Boswellia (Boswellia serrata) es un árbol de origen africano y medio-oriental. Ése se concentra actualmente en África tropical, sí como en el sur de la península arábiga.
Una vez entallada ligeramente, su corteza produce una goma —oleorresina, llamada incienso u olíbano. Consumida en otro tiempo durante las ceremonias funerarias para la purificación de las almas, su interés para los problemas articulares fue puesto de manifiesto rápidamente, especialmente en tratados ayurvédicos.
Al contener dos ácidos boswéllicos en una gran proporción (KBA y AKBA), la resina de Boswellia serrata contribuye al bienestar articular (6). Así pues, hay unos complementos alimenticios que dan mayor protagonismo a este formidable recurso natural (como Super Boswellia, complemento de Boswellia serrata de última generación). La aplicación de una crema a base de Boswellia sobre una articulación específica (como la crema Smart Joints, dotada también de un alto contenido de eucaliptus) puede completar juiciosamente la toma de suplementos.
Presente de forma natural en la piel, elácido hialurónico está dando que hablar sobre todo en la cirugía estética. Sin embargo, ¡solo sirve para rellenar las arrugas! Esta molécula reside especialmente en el líquido sinovial haciéndolo más viscoso. Por ello es especialmente apreciada por las personas que desean hacer las paces con sus articulaciones (7).
Así que, para beneficiarse de éste, hay suplementos con ácido hialurónico (como Hyaluronic Acid, fórmula única que da preferencia a moléculas de alto peso molecular). Para ir más lejos, es posible optar por una combinación especial para articulaciones (como el complemento Flexi Smart, que reúne ácido hialurónico, Boswellia, e insaponificables de aguacate y de soja).
Presente en los vasos sanguíneos, en los órganos o en los huesos, el tejido conjuntivo juega un papel capital en el apoyo y la protección de los demás tejidos del organismo. Las estructuras articulares y periarticulares no escapan a la regla: así pues, éstas se componen de un tejido conjuntivo fibroso especialmente rico en colágeno.
Desafortunadamente, la producción de colágeno tiene tendencia a disminuir con los años, lo que implica un deterioro de la piel y de las articulaciones. Por tanto, algunas personas deciden optar por un suplemento de colágeno de origen marino (como por ejemplo Marine Collagen, que apuesta por un colágeno patentado procedente de materias primas de alta calidad) (8).
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